En la era digital uno de los peligros más latentes es el robo de datos y la suplantación de identidad, incluso de las medidas físicas de las personas. Un algoritmo le hace jaque a los delincuentes cibernéticos y en archivos individuales permite ocultar de manera segura los datos del rostro, las huellas dactilares, el iris de los ojos, las orejas, la voz y hasta el movimientos de los usuarios de los sistemas digitales, haciendo más difícil cualquier fraude.
El reconocimiento a través de los datos relacionados con la
medición de los rasgos y características físicas de las personas se dio a
conocer en 1858 en la India, con el uso de las huellas en un contrato de
negocios, y su evolución hace que hoy se utilice la huella incluso para
desbloquear los celulares que usamos todos los días.
“En la pandemia se vio la importancia de estos sistemas, ya
que al manejar todo de manera virtual o remota, los exámenes Saber Pro o las
pruebas para entrar a algún empleo requerían conocer si la persona que estaba
detrás de la pantalla era quien decía ser”, menciona el profesor e investigador
Agustin Moreno Cañadas, del Departamento de Matemáticas de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL).
Por medio del software de programación
Python, el experto diseñó un algoritmo y lo ejecutó en FERET, una base de datos
clásica y referente para la evaluación del reconocimiento facial, en la cual se
encuentran consignadas 2.413 imágenes de rostros de 856 personas, recopiladas
entre 1993 y 1996.
El mecanismo utiliza el concepto de “álgebras de
configuración de Brauer”, que permite proteger datos por medio del ocultamiento
en distintas capas y servidores, en especial información biométrica.
“En el interior de una imagen principal se ponen varias
imágenes, pero en realidad estas se guardan en otras partes, como si fueran
carpetas distintas, lo cual permite que la información esté oculta y se pueda
proteger mucho mejor que si estuviera toda en un mismo lugar”, explica el
profesor Moreno.
A este proceso se le llama “esquema de secreto compartido”,
que, en palabras más sencillas, es como guardar dinero en distintos bolsillos,
por ejemplo unos billetes en el pantalón, otros en la chaqueta y otros en la
maleta, de manera que si alguno de ellos se pierde se tiene un respaldo de este
recurso, haciendo más difícil el robo de datos.
“Es una manera alternativa de guardar la información de uno
o muchos usuarios; es como tomar mi imagen facial digital para ser reconocido y
que dentro de esta se encuentre guardado el rostro de toda mi familia, y que
estos datos sean secretos, pudiendo obtenerlos cuando lo requiera con un
experto; hasta el momento es una técnica indescifrable para agentes externos”,
indica.
Tecnología en auge en el mundo, pero incipiente en
Colombia
Al referirse a Colombia, dice que al desarrollo de métodos
biométricos aún le falta un gran avance para estar a la par con países más
desarrollados, y recalca la importancia que representaría para el país el uso
de estas tecnologías para resolver problemas de infracciones en las vías y
hurtos a vehículos.
“En Bogotá, aunque se implementaron cámaras de seguridad que
identificaran a los conductores infractores, la Corte Constitucional no dio
aval a la medida porque se requería de una tecnología especializada que los
identificara de manera única y biométrica, y que en el país no está tan
desarrollada”, menciona.
Este tema también levanta discusiones en torno a la libertad
de expresión y a los derechos sobre la imagen personal, que hoy se registra muy
fácilmente en las redes sociales, lo cual lleva a preguntarse sobre qué tanta
privacidad existe en el mundo, y cómo se están utilizando los datos.
Por el momento el algoritmo del profesor Moreno no se ha
llevado a la práctica en la base de datos de alguna empresa o entidad
específica, pero en el futuro se ve como una posibilidad que tendría un impacto
positivo en la seguridad de los usuarios que accedan a estos inventarios.
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