miércoles, 19 de mayo de 2021

Colombia, con alto potencial para aprovechar energías marinas

 Cinco fuentes de potencial energético marino en Colombia ayudarían a comunidades costeras aisladas: las mareas, las olas, las corrientes, los gradientes termales –diferencia térmica entre la superficie y el fondo del mar– y salinos, y la energía eólica en el mar.

Así lo detalla el ingeniero civil Andrés Osorio, director del Grupo de Investigación en Oceanografía e Ingeniería Costera (Oceánicos) de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y director de la Corporación Centro de Excelencia en Ciencias Marinas (CEMarin), quien recuerda que hace 10 años el 66 % de la electricidad provenía de hidroeléctricas, el 32 % de termoeléctricas y apenas el 2 % de energías renovables, cifras que presentan un leve aumento en este último sector.

El experto considera que la vulnerabilidad del país por condiciones hidrológicas anómalas, como el fenómeno de El Niño, que hace que la demanda de energía se incremente un 3,6 % cada año porque los embalses son insuficientes, hace necesario diversificar la matriz energética.

No se puede olvidar que aunque el artículo 23 de la Ley 1715 de 2014 estipula que “la energía de los mares es el aprovechamiento de las olas, las mareas y el diferencial térmico de los océanos”, deja por fuera que Colombia es uno de los países con mayor potencial de generación de energía por gradiente salino en el mundo. Esta tecnología aprovecha las diferencias entre agua dulce y salada o una zona con alta y baja concentración de salinidad.

“Una de las oportunidades de la energía marina es que deja de verse solo como energía y se conecta a otros usos, como por ejemplo en La Guajira o San Andrés, donde el desarrollo de energías marinas daría acceso no solo a la energía sino también al agua potable”, explicó el ingeniero Osorio –doctor en Ciencias y Tecnologías Marinas– durante la Cátedra Colombia Bioazul: dos mares un país, territorios por explorar, de la UNAL.

Por la configuración de la costa colombiana se tienen corrientes de unos 0,7 m/seg, consideradas como bajas, ya que la tecnología actual recomienda un mínimo de 2 m/seg para que el recurso sea aprovechable.

Mareas y olas.

En cuanto a las mareas baja y alta, en las desembocaduras y los estuarios –como en el Pacífico colombiano– hay varios puntos en Buenaventura y Bahía Málaga donde las corrientes superan los 3 m/seg en momentos extremos. Aunque en un comienzo estos no se priorizaron , ahora, 8 años después de la ley, se está  empezando a pensar en ese potencial con el cambio de paradigma hacia el recurso local, ya no una gran central, sino en escala para atender una comunidad, donde sí hay potencial.

Las investigaciones en las que la participado el profesor Osorio desde hace una década han identificado que el oleaje sí tiene un gran potencial para comunidades aisladas.


En algunas zonas del Pacífico se alcanzan unos 6 kilovatios/hora por metro lineal; como las olas son altas, se mantienen así todo el año y son zonas aisladas, con bajo potencial solar por la nubosidad, el oleaje sería un recurso aprovechable en momentos de sequía de las hidroeléctricas.

Gradiente térmico y salino

En zonas del Ecuador se encuentran gradientes de más de 20 grados, lo cual significa que entre los 500 y 1.000 m de profundidad hay un cambio en unos 5 oC, y de ahí a la superficie se registran unos 28 a 30 oC.

“Eso es suficiente para usar una tecnología termoeléctrica, pero a partir del gradiente térmico se abre la puerta a un potencial de la energía no solo para electricidad sino para aprovechar las bajas temperaturas del fondo para enfriamiento, con el agua fría y la energía se puede desalinizar y tener agua potable en zonas como San Andrés, durante todo el año se pueden tener hasta 18 megavatios de capacidad instalada que llegaría incluso a 40”, dice el profesor Osorio.

Por último, explica que en el mundo ya hay desarrollos para aprovechar el gradiente salino y es clave que el país no solo se dedique a importar esa tecnología, sino que se desarrollen las capacidades locales.