Aunque es muy común escuchar sobre la contaminación en las ciudades, especialmente relacionada con la calidad del aire, a la contaminación auditiva no se le da la misma atención, y esta también afecta la salud de las personas, su entorno familiar y el óptimo desempeño académico o laboral.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la
contaminación acústica o auditiva es cualquier ruido o sonido superior a los 65
decibeles, como por ejemplo un grupo de gente conversando en voz muy alta, un
restaurante abarrotado de personas o un teléfono que suena cerca del oído.
El ruido que supere los 75 decibeles (una calle con mucho
tráfico, o la televisión o el equipo de sonido a un volumen elevado) pone en
riesgo la salud auditiva, y a partir de los 120 decibeles (los conciertos, las
discotecas o el despegue de un avión) genera dolor y molestia.
La fonoaudióloga Liliana Akli Serpa, profesora de la
Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), afirma que
“la exposición diaria a altos niveles de ruido lleva a situaciones de estrés,
dificultades de concentración, y por ende a afectaciones emocionales o
psicológicas”.
“Una persona que esté expuesta al ruido por encima de los 65
decibeles, que permanezca o viva cerca a sitios muy ruidosos, puede padecer una
pérdida auditiva, que una vez se presente ya es irreparable”.
Estar expuesto a ruidos permanentemente hace que los niveles
de atención y memoria también se vean afectados, y por lo tanto se afecta la
comunicación. En el aspecto laboral o académico tal situación puede reducir la
productividad de la persona”.
Límites de ruido no se cumplen en Colombia
El Código Nacional de Tránsito establece niveles de máximo
ruido según decibeles, zonas y horas, así: en el día: en las zonas
residenciales 65 decibeles, en las comerciales e industriales hasta 70, y en
las de tranquilidad 45; y en las noches: máximo 45 en zonas residenciales; 60
en las comerciales; 75 en las industriales y 45 en tranquilidad; sin embargo,
estos límites no se están cumpliendo a cabalidad.
“La población no es consciente de los efectos que puede
traer la alta exposición al ruido, no solo a nivel auditivo sino en el
comportamiento general, porque si viven cerca de una zona de bares o donde
permanentemente hay ruido nocturno, sus ciclos de sueño van a estar muy
afectados y se van a incrementar”, explica la experta.
Señala además que “las administraciones locales deben
incluir en sus planes de ordenamiento territorial iniciativas que permitan
cuidar la salud auditiva de los ciudadanos”.
“Aunque existe la necesidad de sensibilizar a la población
en la importancia de proteger los niveles de ruido en casa, con cortinas o
ventanas antirruido, se trata de adecuaciones costosas que no todas las
familias pueden asumir”.
Fortalecer ruta de atención integral de salud auditiva
Una apuesta por sensibilizar a la sociedad con respecto a
este tema es la Ruta de Atención Integral de Salud Auditiva (RIAS),
reglamentada en el país en 2016 y que permite que los diferentes actores del
sistema de salud conozcan cuál es su rol dentro del proceso de aseguramiento de
la salud de todas las personas en Colombia.
La fonoaudióloga Carol Andrea Bernal Castro, magíster en
Discapacidad e Inclusión Social y candidata a doctora en Salud Pública de la
UNAL, explica que la RIAS “comprende el conjunto de acciones coordinadas,
complementarias y efectivas que pueden dar lugar a políticas, planes,
programas, proyectos, estrategias y servicios, que se materializan en
atenciones dirigidas a las personas, familias y comunidades en materia de
promoción y prevención de la salud auditiva, pero también con respecto a
diagnósticos, tratamiento, procesos de rehabilitación y cuidados paliativos
según corresponda”.
En este momento existen dos RIAS, una enfocada en la
promoción y el mantenimiento de la salud, y la otra dirigida a grupos de
riesgo.
Los aportes de las académicas forman parte del capítulo
Salud Auditiva del podcast de Radio UNAL “Enfermedades crónicas no transmisibles”.
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