Falta de habilidades a una edad determinada, alteración en el desarrollo del tono o los reflejos, pérdida de habilidades aprendidas, poca interacción social y psicoafectiva, alteraciones motoras y retraso en el lenguaje serían algunas de las alertas para atender con premura en niños entre los 0 y 5 años.
“El bebé que no sigue movimientos con la mirada, que no le
llaman la atención los rostros humanos, no se sobresalta con los ruidos, o le
molestan los ruidos fuertes –licuadora, motocicleta, podadora, entre otros– son
posibles casos de alteraciones de un sano neurodesarrollo, por lo que es
importante acudir a un equipo interdisciplinario de especialistas para su
valoración”.
Así lo refiere la médica cirujana Diana Carolina Echeverry,
especialista en Pediatría, invitada a la conferencia “Señales de alerta en el
neurodesarrollo infantil”, del programa #SaludUNALContigo de la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
Todos los niños logran un desarrollo psicomotor en cuatro
niveles: motricidad gruesa, motricidad fina, comunicación y lenguaje y social,
en el que se espera que el niño tenga una maduración progresiva con el paso de
los años hasta llegar a ser independiente, con una buena adaptación al entorno
que lo rodea y a una adultez en buenas condiciones neurológicas.
“Es importante detectar de manera temprana estas
alteraciones, ya que es una forma de promover un desarrollo físico y mental
óptimo, intentando asegurar la máxima funcionalidad posible. No solo hablamos
de niños 100 % sanos, sino también de aquellos que tienen diferentes
condiciones de discapacidad, parálisis cerebral u otra condición especial”,
explica la doctora Echeverry.
Señales de un sano desarrollo
Durante el crecimiento, los niños evidencian diferentes
progresos que dan muestra de un desarrollo normal según la edad, como la
sonrisa social, que aparece al mes o mes y medio de nacimiento; sostener la
cabeza –entre los 2 y 4 meses– y el acercamiento o presión de objetos, que
ocurre hacia los 5 meses, cuando los niños comienzan a sentir interés por su
entorno.
La capacidad de sentarse por sí solos aparece entre los 5 y
7 meses, caminar sin ayuda desde los 10 meses, balbucear las primeras sílabas a
los seis meses, las primeras palabras y frases al año de vida, y a los 3 años
el niño ya debe tener un lenguaje claro. Por último, las habilidades como
vestirse por sí solos aparecen entre los 3 y 4 años.
La especialista recomienda consultar al pediatra si los
niños llegan a las edades estipuladas sin que se manifiesten estas señales, y
él es quien debe determinar si es una variable normal del desarrollo o una
alteración real. “Como especialistas debemos evaluar siempre el contexto
social, nutricional, médico y de antecedentes familiares de los niños, y
determinar si es retraso en área específica del desarrollo o retraso global”,
detalla.
Señales del lenguaje
Algunas de las señales de alerta tienen que ver con la
adquisición del lenguaje, como por ejemplo si el bebé tiene un llanto raro, si
hay ausencia de la risa social, si no vocaliza o balbucea, si pierde
habilidades aprendidas, o si no señala ni utiliza palabras, entre otras.
También es señal de alerta que el niño no siga instrucciones
simples, no diga mamá ni reconozca partes de su cuerpo, que normalmente ocurre
entre los 18 y 24 meses, que no diga frases de dos palabras (24 y 36 meses),
que use de manera incorrecta palabras o sustituya unas por otras (36-48 meses),
o que no hable correctamente (4 a 6 años).
Otras señales de alerta se relacionan con la motricidad
fina, como el hecho de que se tropiecen frecuentemente al caminar, lo que
evidencia debilidad en las extremidades, o que presenten dificultad para subir
escaleras o pendientes poco inclinadas, lo que puede estar asociado con
distrofias musculares.
“Cuando los padres, familiares o cuidadores identifiquen
estas señales de alerta y hayan acudido al especialista es importante saber
quién cuida al niño, y si esta persona es o no la más idónea, que le permita
tener experiencias de aprendizaje y estimulación cerebral. Si tiene hermanos o
no, ya que los mayores suelen estimular constantemente a los más pequeños.
También es importante solicitar el informe escolar, pues este refleja el
comportamiento y el neurodesarrollo del niño en su entorno natural”.
Por último, la especialista resalta que la valoración del neurodesarrollo siempre la debe hacer un equipo multidisciplinario: neuropediatría, pediatría, terapeutas y fonoaudiólogos, entre otros.
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