Esta intervención, o terapia no farmacológica, se apoya en técnicas de repetición y práctica, guías de orientación espacio-temporal de la realidad y algunas herramientas como libros, relojes y calendarios, para optimizar las funciones cognitivas de las personas con demencia asociada con el Alzheimer.
Dentro de esta alternativa terapéutica también se pueden
usar canciones, fotos o revistas de momentos importantes que marcaron la vida
del paciente (hitos), con el fin de que puedan trabajar desde reminiscencias en
su conexión entre la memoria y la emoción de sus vivencias.
“Los tratamientos o terapias no farmacológicas se refieren a
cualquier intervención no química sustentada, focalizada y replicable sobre el
paciente con demencia. Esta lo ayuda a mantener sus funciones cognitivas como
memoria, concentración, habilidades del lenguaje y razonamiento. También aporta
para mantener su autonomía hasta donde sea posible y reduce su estrés y sus
perturbaciones anímicas”.
Así lo aseguró la terapeuta ocupacional Sandra Viviana
Vargas, magíster en Discapacidad e Inclusión Social, durante la charla
“Intervenciones no farmacológicas para el adulto mayor con diagnóstico de
demencia tipo Alzheimer” del programa #SaludUNALContigo, de la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).
“Estas terapias causan cambios positivos en el cuidador,
reduciendo la depresión y la ansiedad y mejorando el entendimiento y apoyo
desde la familia hacia la persona con la enfermedad”, agregó la especialista.
Enfermedad progresiva
La demencia es un trastorno neurodegenerativo, es decir que
está asociado con el cerebro y que aumenta con el paso del tiempo. En ella se
presenta un deterioro de la memoria y de las funciones cognitivas como
pensamiento, orientación, cálculo, aprendizaje, lenguaje, juicio y todo lo
relacionado con funciones ejecutivas, lo que afecta la capacidad de la persona
para realizar sus actividades de la vida cotidiana y generando dependencia.
Según la evidencia médica, el Alzheimer es el tipo de
demencia más común, y aunque socialmente se cree que la pérdida de memoria es
un proceso natural en el envejecimiento, no todas las personas tendrán estas
dificultades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que del 60
al 70 % de los casos se relacionan con demencia tipo Alzheimer, la mayoría
de ellos en mayores de 65 años. Sin embargo, estudios recientes también
muestran que algunas personas jóvenes presentan la enfermedad, por lo que no se
pueden descuidar la identificación en sus primeras fases.
Según la Escala Global de Deterioro de Reisberg (GDS) esta
enfermedad pasa por etapas que van de la GDS1 a la GDS 7 y pueden transcurrir
hasta 20 años en pasar cada una de ellas.
La etapa 1 empieza con un nivel cognitivo normal, en el
segundo empiezan a haber quejas subjetivas de la memoria de tipo atencional, y
en el tercer nivel aparece el déficit sutil en algunas actividades que son un
poco complejas.
En el nivel 4 y 5 se empieza a detectar el Alzheimer, ya que
los olvidos son más comunes; por ejemplo, la persona olvida que comió, mientras
que en los niveles 6 y 7 no solo se afectan las actividades mentales o
instrumentales, como manejo del dinero, movilización y transporte por la
ciudad, sino también vestirse, orientarse dentro de la casa y alimentarse,
entre otras.
“Cuanto más temprano se identifique la enfermedad y en un
estadio menor, más fácil será hacer varios tipos de intervención como las
terapias no farmacológicas”, señala la especialista.
Modificaciones del entorno
Agrega que “es importante que las personas cuenten en casa
con herramientas facilitadoras que les ayuden a tener una mejor adaptación de
su condición”.
“Las adaptaciones se deben dar gradualmente, según las
capacidades y necesidades de la persona; también se le debe notificar sobre los
cambios que se hacen y de la utilidad de ellos, como por ejemplo la eliminación
de escalones y su reemplazo por rampas o pendientes, o la ubicación de
sujetadores para el baño y la ducha, entre otros”.
“Los objetos personales de la persona con Alzheimer se deben
dejar en el mismo lugar pues así los podrá encontrar fácilmente cuando los
necesite. También se recomienda siempre tratar de iluminar artificialmente los
espacios oscuros para evitar accidentes”.
Por último recomienda “eliminar muebles que tengan aristas
peligrosas, mesitas de cristal, objetos de vidrio que puedan representar
peligro para la persona, así como los cables en el suelo, las alfombras y los
pisos mojados. En cambio, se debe procurar que cada espacio cuente con
señalizaciones visuales, relojes, calendarios y tablero de apuntes con
recordatorios constantes”.
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