En el “valle de las tristezas”, como llamaron los conquistadores españoles a este bosque seco tropical que se extiende sobre la ribera oriental del río Magdalena, entre los municipios de Villavieja y Baraya en el Huila, se capturaron fotografías de cúmulos de estrellas, constelaciones, galaxias y nebulosas, entre otros objetos celestes. Como resultado de ese ejercicio nació la obra El firmamento sobre Colombia, novedad de la Editorial de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) 2024.
Buscando un lugar en donde se pudiera observar el cielo nocturno
y hacer astrofotografía, 4 expertos de la UNAL eligieron el desierto de la
Tatacoa, primero en el país declarado como “Destino turístico starlight de
cielos oscuros”, es decir, ideal para el “turismo de estrellas”, que también se
realiza en otros 56 lugares del mundo, entre ellos Antofagasta (Chile), Alqueva
(Portugal), Nueva Escocia (Canadá) y la Sierra de Cádiz (España).
Alejado de la contaminación lumínica, la “limpieza” del
firmamento del desierto ha motivado a investigadores y aficionados nacionales e
internacionales –entre ellos de la UNAL– a visitarlo con cierta frecuencia, no
solo para hacer observación astronómica sino también para capturar imágenes de
objetos astronómicos.
Este es el caso de Andrés Felipe Molina, físico de la UNAL y
astrofotógrafo integrante del proyecto Starlight Tatacoa; Nelly Cristina
Quiazúa Merchán, ingeniera industrial estudiante de la Maestría en Astronomía;
Andrea del Pilar Portela, bióloga experta en el estudio de hongos macromicetos;
y Santiago Vargas Domínguez, profesor del Observatorio Astronómico Nacional
(OAN), autores de esta guía celeste que sumerge al lector en el misterioso
universo que se despliega sobre su cabeza.
“¿Quién, en sus momentos de contemplación al aire libre, no
ha levantado su mirada al cielo y se ha preguntado qué hay más allá? Pues bien,
uno de los propósitos de esta publicación es convertirse en una guía que
permita conocer aquellos objetos que vislumbramos”, señala el astrofotógrafo
Molina.
También recuerda que en 2018 la UNAL, a través del OAN, jugó
un papel fundamental en la certificación del desierto como Destino Turístico
Starlight, concedido en 2019 por la Fundación Starlight, creada por el
Instituto de Astrofísica de Canarias (España) con el respaldo de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco), la Organización Mundial del Turismo (UNWTO) y la Unión Astronómica
Internacional (IAU).
“Durante casi un año fuimos una semana al mes, en la semana
de luna nueva, cuando el cielo está más despejado, para registrar lo que
sucedía en la bóveda celeste de esta zona de 330 km² de extensión; por
ejemplo, medimos la luminosidad; luego hicimos el análisis estadístico de la
información tomada para proceder al mencionado proceso de certificación”, relata
la bióloga Portela.
Gracias a este proyecto se obtuvieron excelentes fotografías
de varios objetos celestes como nebulosas, cúmulos y demás, y se dieron cuenta
de que en el país no existía una publicación que reuniera tales registros de un
lugar colombiano.
Así, con el financiamiento de la UNAL, en 2019 retomaron las
visitas al desierto para centrar su interés sólo en la captura de objetos en lo
que hoy es el libro El firmamento sobre Colombia.
Estos son especiales porque se conocen como “objetos
Messier”, un listado de 110 objetos astronómicos confeccionado por el astrónomo
francés Charles Messier entre 1774 y 1781, varios de ellos muy importantes.
El físico Molina afirma que “por ejemplo, en el libro
registramos Messier 31, la galaxia de Andrómeda, que es la puerta para poder
entender el universo, ya que antes de su observación detallada todo nuestro
universo era sólo la Vía Láctea, pero Messier 31 es otra galaxia con cientos de
miles de estrellas dentro”.
“Obviamente en la Tatacoa no registramos los 110 objetos
Messier, pero sí conseguimos una exploración parcial muy completa”, aclara.
Calendario de observación
Con respecto a las épocas de observación, los autores anotan
que el libro ofrece información relevante para saber en qué momento es mejor
apreciar tales objetos, pues no se observan bien durante todo el año; por
ejemplo la galaxia de Andrómeda se ve a simple vista.
De igual manera, “así como Messier catalogó sus objetos por
grupos, en la publicación nosotros lo hacemos por capítulos, entonces hay uno
dedicado a las galaxias, otro para los cúmulos y otro para las nebulosas”,
menciona la estudiante Quiazúa.
No deje pasar la oportunidad de adquirir esta obra pensada
para todos los públicos, pero especialmente para los más jóvenes. Y cuando
visite el desierto de la Tatacoa, además del agua y el protector solar, no
olvide dejar espacio en su maleta para algún binocular o telescopio, ¿quién
quita que se tope con algún objeto celeste cuando levante su mirada al
firmamento?
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