Un estudio en roedores demostró que entre las áreas
cerebrales encargadas de coordinar el movimiento existen fuertes conexiones, y
que se pueden potenciar aplicando actividad eléctrica. Tal estímulo mejoraría
la eficiencia comunicativa entre las zonas base del aprendizaje motor, algo muy
valioso en la recuperación de lesiones que afectan la movilidad.
La corteza motora es el área del cerebro encargada de
generar órdenes para movimientos como escribir, montar bicicleta, caminar o
manipular objetos con las manos. Cuando esta estructura se lesiona, los
mamíferos pierden la capacidad de mover el lado del cuerpo contralateral al
daño, presentando una limitación importante para las actividades de la vida
diaria.
Esteban Ramírez, magíster en Fisiología de la Universidad
Nacional de Colombia (UNAL), explica que “el ser humano cuenta con dos cortezas
motoras, una en el lado izquierdo del cerebro que controla el movimiento del
lado derecho del cuerpo, y otra en el lado derecho que controla el movimiento
en el lado izquierdo del cuerpo”.
Ambas se encuentran conectadas y funcionan de forma
coordinada para generar movimientos complejos. A su vez, reciben información
proveniente de órganos sensoriales (tacto, visión, audición) para el adecuado
ajuste del movimiento según lo percibido en el entorno.
El estudio realizado en el Laboratorio de Neurofisiología
Comportamental de la UNAL utilizó 12 ratas Wistar. Los animales se sometieron a
una pequeña cirugía, previa anestesia general, en la que se implantaron
electrodos –conductor eléctrico utilizado para hacer contacto con una parte no
metálica– de un circuito en ambas cortezas motoras. En una de ellas se aplicó
estimulación eléctrica con diferentes intensidades y frecuencias, y en la otra
se registró la actividad de las neuronas.
“Hicimos tres grupos de roedores, y les practicamos tres
tipos de estimulación eléctrica. Descubrimos que uno de los tipos de
estimulación fue adecuado, pues produjo mejor el fortalecimiento de las
conexiones neuronales” señala el magíster.
El investigador demostró que un patrón de estimulación
eléctrica específico produjo un fortalecimiento de las conexiones neuronales
entre las áreas que comandan el movimiento, en un proceso denominado
plasticidad sináptica.
“Sorprendentemente este fortalecimiento también mejoró la
forma en que se integran las señales sensoriales con los comandos de movimiento
en el cerebro”, anota.
Explica además que “el estudio proporciona información
valiosa sobre la organización y el funcionamiento del circuito cerebral
encargado del movimiento en mamíferos, y también demuestra que sus conexiones
son susceptibles de ser modificadas con la estimulación eléctrica adecuada”.
Según el investigador, patologías como un accidente
cerebrovascular o un trauma craneoencefálico pueden comprometer la corteza
motora, generando en la persona imposibilidad de mover una parte de su cuerpo.
“Si una de las cortezas está dañada y la otra está sana,
surge una nueva posibilidad de rehabilitación, ya que el hecho de potenciar la
comunicación entre estas contribuiría a la recuperación del movimiento en un
paciente afectado”, concluye.
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