miércoles, 12 de marzo de 2025

Roces y choques de las placas tectónicas de Suramérica se estudian por primera vez a 660 kilómetros de profundidad

 Bajo nuestros pies, a cientos de kilómetros de profundidad, ocurre una danza silenciosa y poderosa: las placas tectónicas se mueven, hunden y chocan formando montañas, volcanes y hasta a terremotos, aunque gran parte de lo que sucede allí todavía es un misterio. El análisis de datos sísmicos de la zona de transición del manto –ubicada entre los 410 y 660 km de profundidad y poco explorada– muestra que las placas bajo Colombia varían hasta 50 km en su anchura y grosor, un hallazgo inédito que ayudaría a entender cómo se producen los sismos y cómo se distribuye el calor debajo de la tierra.

Imaginemos la Tierra como un durazno gigantesco: la cáscara representa la corteza terrestre, una capa delgada en comparación con el resto del planeta, debajo está el manto (pulpa), que ocupa la mayor parte del interior terrestre y está en constante movimiento, como enormes movimientos de roca fundida. A unos 660 km de profundidad está el límite que separa los mantos superior e inferior, y en medio está la región analizada en este estudio de Jorge Enrique Cubillos, magíster en Geofísica de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), en donde los minerales cambian de estructura debido al enorme aumento de presión y temperatura.

El investigador analizó más de 20 años de registros sísmicos de la Red Sismológica Nacional de Colombia utilizando un método llamado función receptora de onda P, que términos sencillos es como escuchar el eco en una cueva para saber qué hay más adelante. Cuando ocurre un terremoto en cualquier parte del mundo, las ondas sísmicas viajan a través de la Tierra rebotando y cambiando de velocidad según el tipo de material que atraviesen. Con este “eco” subterráneo se pudo inferir la topografía oculta del manto bajo el noroccidente de Suramérica. 

El investigador Cubillos explica que “la variación en el espesor de la zona de transición del manto puede dar pistas sobre el movimiento de las placas tectónicas en la región. Un manto más grueso en ciertas áreas sugiere que allí se han acumulado materiales fríos, como fragmentos de placas hundidas. En cambio, un manto más delgado indicaría la presencia de materiales más calientes o procesos que dificultan la acumulación de estos fragmentos”. Estos factores influyen directamente en la actividad sísmica y volcánica, ya que afectan la forma como el calor se redistribuye en el interior del planeta, y cómo interactúan las placas tectónicas con el tiempo. 

¿Por qué debería importarnos esta información? Porque Colombia es un país sísmico, desde tiempos inmemoriales los terremotos han sacudido su territorio destruyendo ciudades y dejando huellas en la historia. Según la Red Sismológica Nacional, entre el 24 de mayo y el 23 de agosto de 2024 hubo 5.624 sismos cada día, por lo que entender el comportamiento de las placas tectónicas ayudaría a mejorar la predicción y prevención de desastres naturales a futuro.


Además, esta investigación tendría implicaciones en la exploración de recursos naturales como la energía geotérmica, una fuente de energía limpia que aprovecha el calor interno del planeta, un tema en el que ha trabajado durante años el profesor Carlos Alberto Vargas, del Departamento de Geociencias de la UNAL, quien dirigió esta investigación. 

Analizando más de 20 años de información

Para procesar esta enorme cantidad de datos sísmicos, registrados por 98 estaciones de banda ancha en la esquina noroccidental de Suramérica, se utilizaron herramientas computacionales especializadas en sismología como Obspy, Funclab y SAC (código de análisis sísmico). 

Los hallazgos demostraron que la zona de transición del manto en esta parte del continente no es homogénea: a pesar de que el valor promedio del espesor es de 258 km –solo 8 km más espesa que el promedio reportado en el mundo–, en algunos lugares su espesor o grosor supera los 300 km, mientras que en otros es menor, lo cual sugiere que las placas de Nazca y del Caribe están interactuando con la zona de transición del manto alterando la estructura profunda del planeta. 

En contraste, se encontró que en la placa de Nazca bajo la cresta de Malpelo, una cadena montañosa submarina en el Pacífico colombiano, la zona de transición es hasta 50 km más delgada, posiblemente debido a la dinámica divergente de la corteza oceánica en esta región. Estos cambios son cruciales, ya que nos explican cómo se transfieren el calor y los materiales dentro de la Tierra. 

El manto terrestre sigue siendo un territorio casi desconocido, un océano de roca y calor que moldea el mundo en el que vivimos. Este estudio es un pequeño paso para iluminar ese abismo y entender mejor nuestro planeta, y aunque aún queda mucho por descubrir, una cosa es segura: la Tierra siempre tiene algo que contar, y ahora tenemos una mejor forma de escucharla. 






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