La formación profesional y disciplinar universitaria de
los profesores de bachillerato estarían moldeando las experiencias de lectura y
escritura de sus estudiantes de forma muy diversa, desde las asignaturas a su
cargo, a falta de un acompañamiento en casa y de refuerzo desde la primaria en
los procesos de aprendizaje.
Ante esto, la inclusión de enfoques curriculares
integradores de la educación básica primaria en la secundaría ayudaría a generar
procesos de aprendizaje más articulados e interdisciplinares, que les
permitirían a los estudiantes tener experiencias más comprehensivas y
significativas de los procesos de lectoescritura en las diferentes asignaturas.
Así lo deja ver la investigación del profesor, Ismael
Alfonso Corredor Rodríguez, magíster en Educación de la Facultad de Ciencias
Humanas de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), la cual describe las
concepciones de lectura y escritura en las asignaturas de un grupo de
estudiantes y docentes de grado sexto de un colegio público en Bogotá D.C.
“Como docente, veía a los estudiantes de sexto grado tener
dificultades para expresar sus ideas en la parte escrita, problemas en la
comprensión de lectura inferencial y crítica, y no tenían una comunicación
fluida entre las asignaturas. De ahí surge en parte el interés por ver qué se
lee y se escribe en sexto en las otras asignaturas, y a partir de ahí, tratar
de identificar unas posibilidades de trabajo”.
El estudio contó con entrevistas semiestructuradas a
estudiantes del sexto grado, que abordaron, entre otros, el contexto familiar
sobre qué se lee y qué se escribe en casa, en la escuela primaria, qué les
gusta y qué no, cuándo planean la escritura y cuándo no, lo que buscó una
historicidad en los procesos lectores en las diferentes asignaturas vistas.
También se hicieron entrevistas al grupo de docentes que
trabajaron con estos estudiante, en las que fue posible identificar que algunas
de sus prácticas lectoras o de escritura tiene que ver mucho con la historia
que estos tuvieron en el colegio o en la universidad y que aterrizan en la
escuela.
“Los estudiantes parecían tener una mayor comprensión de lo
que implica leer y escribir, pero es algo que va más allá de las actividades
escolares, se trata de actividades por fuera de la escuela y van más ligadas al
lenguaje verbal y audiovisual. Por otro lado, los docentes mostraron tener una
concepción disciplinar más rígida de la lectura y la escritura en sus
asignaturas. Se centran de forma más rigurosa en los pedagógico, dejando de
lado el mundo exterior”.
El estudio contó con entrevistas semiestructuradas a
estudiantes del sexto grado, que abordaron, entre otros, el contexto familiar
sobre qué se lee y qué se escribe en casa, en la escuela primaria, qué les
gusta y qué no, cuándo planean la escritura y cuándo no, lo que buscó una
historicidad en los procesos lectores en las diferentes asignaturas vistas.
También se hicieron entrevistas al grupo de docentes que
trabajaron con estos estudiante, en las que fue posible identificar que algunas
de sus prácticas lectoras o de escritura tiene que ver mucho con la historia
que estos tuvieron en el colegio o en la universidad y que aterrizan en la
escuela.
“Los estudiantes parecían tener una mayor comprensión de lo
que implica leer y escribir, pero es algo que va más allá de las actividades
escolares, se trata de actividades por fuera de la escuela y van más ligadas al
lenguaje verbal y audiovisual. Por otro lado, los docentes mostraron tener una
concepción disciplinar más rígida de la lectura y la escritura en sus
asignaturas. Se centran de forma más rigurosa en los pedagógico, dejando de
lado el mundo exterior”.
Comunicación con los estudiantes
“Siempre hay que reorientar la comunicación con los
estudiantes, no pensar que porque están en grados inferiores no son
interlocutores válidos. Cuando se cierra la comunicación con ellos, los
ambientes de formación no son los adecuados”, considera el investigador.
Según el magíster, desde la docencia se debe procurar
formular estrategias que permitan suplir la ausencia del acompañamiento en el
hogar y de esa forma los estudiantes puedan superar las dificultades
lectoescritoras.
Y agrega que la lectura y escritura se debe promover a
través del currículo, ya que es la forma en que los estudiantes dimensionan que
la escritura no solo sirve para responder a tareas, sino que tiene relaciones
con las demás asignaturas y va más allá de las paredes de la escuela.
“Por ejemplo, cuando se trabaja en la escritura, un docente
debe reconocer que hay etapas y procesos previos de planeación de lo que se va
a escribir, la textualización o momento de escritura y la revisión final del
escrito, en los que el estudiante entienda y tenga claridad sobre de qué va a
tratar su texto, cómo va a desarrollar esas ideas y hacia quién va”.
Según el docente, muchos de los estudiantes entrevistados afirmaban
que en sus clases debían entregar de forma rápida los escritos, debido a
los tiempos rígidos exigidos, por lo que se hace necesario una mayor
flexibilidad en el acompañamiento y revisión de la escritura.
“Cuando un docente tiene claridad en el nivel de lectura de
los estudiantes, es posible que enriquezcan las actividades que hacen, no solo
de lectura, sino también desde la oralidad”.