viernes, 26 de noviembre de 2021

Mieles colombianas cumplen altos estándares internacionales

 De las 115 muestras de mieles provenientes de 23 departamentos y que se cosecharon a diferentes alturas, cerca del 90 % cumplen con los estándares internacionales de alta calidad relacionados con frescura, buenas prácticas agrícolas y manejo.

Así lo evidenció Diana Carolina Acosta Opayome, magíster en Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), quien en su tesis de maestría logró caracterizar y diferenciar las mieles de Colombia mediante herramientas instrumentales sensoriales –como la nariz y la lengua electrónica– y la evaluación en laboratorio de algunas propiedades fisicoquímicas.

En esta oportunidad, la investigadora incluyó a 115 muestras de mieles provenientes de diferentes partes del país, las cuales participaron en un concurso nacional en 2018 que convocaba a fincas, asociaciones de apicultores y personas interesadas en participar.

Aunque estas mieles ya tenían un avance en la caracterización de algunas propiedades fisicoquímicas, para complementarlas, la investigadora realizó un análisis de ceniza para evaluar los minerales presentes y los sólidos insolubles, que califican el proceso de buenas prácticas de manufactura de obtención de la miel, entre otros parámetros.

Así mismo, en el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos (ICTA) de la UNAL, con el apoyo de algunos compañeros y docentes, la magíster trabajó en el desarrollo de la nariz y la lengua electrónica.

“En principio hicimos una depuración de los resultados considerando la legislación internacional para evaluar la calidad de la miel, así que filtramos los datos que no habían dado buenos resultados y manejamos la información de las mieles que cumplían con los parámetros internacionales”.

“En este sentido, el primer filtro para establecer si las mieles clasificaban o no fue la altura, por lo que analizamos los diferentes pisos térmicos de donde provenían, si era cálido (de 0 a 1.000 msnm), templado (1.000 a 2.000 msnm), o frío (más de 2.000 msnm)”.

“Las mieles evaluadas bajo los estándares internacionales lograban un 78 % de nivel de clasificación, lo que quiere decir que, usando los resultados fisicoquímicos y de nariz y lengua electrónica en conjunto, las mieles muestran diferencias entre sí según el piso térmico en donde se dio su cosecha”, explica la magíster.

¡A consumir más miel!

Parte de la problemática identificada en la investigación de la magíster Acosta es que la miel tiene un muy bajo consumo en el país. Mientras que en algunos países de Europa consumen hasta 1 k de miel per cápita, en Colombia solo llega a 100 g.

Según la investigadora, esto obedecería a los costos, pero también a los mitos que giran alrededor de este producto.

“Por ejemplo en los asaderos de pollo broster lo que ponen para acompañar el plato no es miel, aunque muchas personas piensan que sí lo es. Existe un desconocimiento general de lo esto pasa, la miel no es 100 % pura. Sin embargo, la miel cristaliza de forma natural y de diferentes texturas, algunas más gruesas y otras más finas, aunque los consumidores suelen que es y no es miel de abejas, y en ese sentido es difícil que las personas piensen en invertir más dinero en algo que creen que es solo azúcar, o sin tener la certeza de que se trate de miel 100 % pura”.

Mitos alrededor de la miel

Uno de los principales mitos alrededor de la miel es la cristalización, pues se cree que cuando pensar que se trata de azúcar añadida o panela.

Otro mito es el color, que asocia el producto con un color único; sin embargo, la investigadora Acosta aclara que en su presentación, los colores pueden variar desde blanco, rojo, hasta casi negro, ya que todo depende de la flor de la cual la abeja haya obtenido el néctar, de la época del año y de la cosecha de flores que exista en el momento, entre otros factores.

“Los apicultores y asociaciones de apicultores que cumplen con las características y los estándares internacionales también le aportan mucho al consumidor, a reducir el temor de estar comprando miel falsificada o adulterada, y dándoles ‘la tranquilidad’ de estar comprando un producto natural y 100 % puro”.








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