El Sol está entrando en un ciclo de actividad máxima, lo cual significa que cada vez serán más frecuentes las manchas solares y las erupciones, como la llamarada “caníbal”, emitida el pasado 30 de marzo y que llegó hace pocos días a la Tierra en forma de tormenta geomagnética o solar, generando impactos leves y moderados.
El astrofísico Camilo Buitrago Casas, magíster en Astronomía
de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), estudiante investigador de la
Laboratorio de Ciencias Espaciales de la Universidad de Berkeley (California),
explica que una tormenta geomagnética o solar se define como una perturbación
intensa del entorno magnético de la Tierra, que puede durar desde horas hasta
días.
“Estas se producen por una ruptura del equilibrio magnético
de ese entorno terrestre; cuando las alteraciones son intensas generan
anomalías en el sistema eléctrico y daños en los cables de fibra óptica que
brindan internet en gran parte del mundo”.
El experto asegura que “la Tierra como planeta, y el Sol
como su estrella más cercana, tienen un campo magnético asociado. Cuando por
alguna razón ese equilibrio magnético se rompe abruptamente en las cercanías de
la Tierra, es cuando decimos que se produce una tormenta geomagnética”.
Señala además que “dichas tormentas afectan las
comunicaciones de nuestro planeta, ya que alteran los sistemas eléctricos, pues
cuando hay cambios en el campo magnético y hay partículas cargadas, estas
tratan de irse por el camino de menor resistencia. La humanidad tiene redes
eléctricas larguísimas y luego las partículas cargadas tratarán de irse por
allí, generando corrientes parásitas que pueden tener efectos en las redes a
gran escala”.
No son un asunto menor
Este fenómeno tiene efectos en las comunicaciones, especialmente
en las frecuencias HF a 30 megaHertz, en los sistemas de navegación y también
pueden dañar componentes electrónicos de los satélites en órbita alrededor de
la Tierra.
Los efectos para los humanos pueden ser letales. “Los
astronautas que están fuera de la Tierra se pueden ver sometidos a grandes
dosis de radiación, y si esto no se prevé con antelación, esas dosis podrían
ser letales”.
Las tormentas también tienen efectos en los aviones, pues
cuando hay una tormenta el flujo de protones puede generar mayores dosis de
radiación sobre la tripulación, por lo cual durante un episodio es bueno que
estos disminuyan su altura o desvíen la ruta.
Estos fenómenos causan más auroras boreales e interferencias
en las radiocomunicaciones. También provocan problemas en las redes eléctricas
y desestabilización de órbitas de los satélites.
Las gigantescas explosiones de energía se dan dentro de las
estructuras del campo magnético del Sol que, cuando suceden en zonas que tienen
manchas, hay más erupciones y la masa explosiva es mayor.
“Algunas veces el Sol presenta alteraciones abruptas muy localizadas,
las cuales involucran tanto el material del que está compuesto, como el campo
magnético en el que se encuentra. Algunas de estas son las explosiones tipo
llamarada, erupciones y fulguraciones solares, entre otras”, explica el
experto.
Agrega que “si esas alteraciones inciden sobre nuestro
vecindario terrestre, es cuando decimos que pueden generar cambios abruptos que
llegan aquí a la Tierra y reconfiguran su campo magnético. Dicho campo está
cambiando en el tiempo, y cuando esto sucede genera un campo eléctrico. Así, si
se tienen partículas cargadas dentro de un campo eléctrico, se generan altas
corrientes, las cuales son un tipo de efectos que se pueden ver como respuesta
del Sol produciendo una tormenta geomagnética”.
¿Cómo se monitorean las tormentas solares?
Cuando la NOAA detecta actividad solar que pueda afectar a
la Tierra, emite una alerta o advertencia.
La forma de medición estándar que maneja la ciencia es el
índice DST (Disturbance Strong Time), es decir el tiempo de la tormenta perturbadora,
que es la medida de los cambios del campo magnético: “si dichos cambios son
mayores a 50 nanoteslas, hay una tormenta geomagnética en curso”, señala el
astrofísico Buitrago.
Asegura además que, para evitar que estas afectaciones
ocurran, los Estados invierten mucho dinero para poder entender el clima
espacial y monitorear el Sol, “las compañías eléctricas y de comunicaciones
satelitales están en constante comunicación con científicos para que, si ocurre
una tormenta, los equipos se puedan apagar a tiempo y evitar daños grandes”.