miércoles, 7 de julio de 2021

Estimulación cognitiva ayudaría a tratar demencia en adultos mayores

Esta intervención, o terapia no farmacológica, se apoya en técnicas de repetición y práctica, guías de orientación espacio-temporal de la realidad y algunas herramientas como libros, relojes y calendarios, para optimizar las funciones cognitivas de las personas con demencia asociada con el Alzheimer.

Dentro de esta alternativa terapéutica también se pueden usar canciones, fotos o revistas de momentos importantes que marcaron la vida del paciente (hitos), con el fin de que puedan trabajar desde reminiscencias en su conexión entre la memoria y la emoción de sus vivencias.

“Los tratamientos o terapias no farmacológicas se refieren a cualquier intervención no química sustentada, focalizada y replicable sobre el paciente con demencia. Esta lo ayuda a mantener sus funciones cognitivas como memoria, concentración, habilidades del lenguaje y razonamiento. También aporta para mantener su autonomía hasta donde sea posible y reduce su estrés y sus perturbaciones anímicas”.

Así lo aseguró la terapeuta ocupacional Sandra Viviana Vargas, magíster en Discapacidad e Inclusión Social, durante la charla “Intervenciones no farmacológicas para el adulto mayor con diagnóstico de demencia tipo Alzheimer” del programa #SaludUNALContigo, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

“Estas terapias causan cambios positivos en el cuidador, reduciendo la depresión y la ansiedad y mejorando el entendimiento y apoyo desde la familia hacia la persona con la enfermedad”, agregó la especialista.

Enfermedad progresiva

La demencia es un trastorno neurodegenerativo, es decir que está asociado con el cerebro y que aumenta con el paso del tiempo. En ella se presenta un deterioro de la memoria y de las funciones cognitivas como pensamiento, orientación, cálculo, aprendizaje, lenguaje, juicio y todo lo relacionado con funciones ejecutivas, lo que afecta la capacidad de la persona para realizar sus actividades de la vida cotidiana y generando dependencia.

Según la evidencia médica, el Alzheimer es el tipo de demencia más común, y aunque socialmente se cree que la pérdida de memoria es un proceso natural en el envejecimiento, no todas las personas tendrán estas dificultades.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que del 60 al 70 % de los casos se relacionan con demencia tipo Alzheimer, la mayoría de ellos en mayores de 65 años. Sin embargo, estudios recientes también muestran que algunas personas jóvenes presentan la enfermedad, por lo que no se pueden descuidar la identificación en sus primeras fases.

Según la Escala Global de Deterioro de Reisberg (GDS) esta enfermedad pasa por etapas que van de la GDS1 a la GDS 7 y pueden transcurrir hasta 20 años en pasar cada una de ellas.

La etapa 1 empieza con un nivel cognitivo normal, en el segundo empiezan a haber quejas subjetivas de la memoria de tipo atencional, y en el tercer nivel aparece el déficit sutil en algunas actividades que son un poco complejas.

En el nivel 4 y 5 se empieza a detectar el Alzheimer, ya que los olvidos son más comunes; por ejemplo, la persona olvida que comió, mientras que en los niveles 6 y 7 no solo se afectan las actividades mentales o instrumentales, como manejo del dinero, movilización y transporte por la ciudad, sino también vestirse, orientarse dentro de la casa y alimentarse, entre otras.

“Cuanto más temprano se identifique la enfermedad y en un estadio menor, más fácil será hacer varios tipos de intervención como las terapias no farmacológicas”, señala la especialista.

Modificaciones del entorno

Agrega que “es importante que las personas cuenten en casa con herramientas facilitadoras que les ayuden a tener una mejor adaptación de su condición”.

“Las adaptaciones se deben dar gradualmente, según las capacidades y necesidades de la persona; también se le debe notificar sobre los cambios que se hacen y de la utilidad de ellos, como por ejemplo la eliminación de escalones y su reemplazo por rampas o pendientes, o la ubicación de sujetadores para el baño y la ducha, entre otros”.

“Los objetos personales de la persona con Alzheimer se deben dejar en el mismo lugar pues así los podrá encontrar fácilmente cuando los necesite. También se recomienda siempre tratar de iluminar artificialmente los espacios oscuros para evitar accidentes”.

Por último recomienda “eliminar muebles que tengan aristas peligrosas, mesitas de cristal, objetos de vidrio que puedan representar peligro para la persona, así como los cables en el suelo, las alfombras y los pisos mojados. En cambio, se debe procurar que cada espacio cuente con señalizaciones visuales, relojes, calendarios y tablero de apuntes con recordatorios constantes”.





 

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